La diabetes tipo 1 suele ser diagnosticada en niños y jóvenes. Esto implica que el impacto del diagnóstico lo suele sufrir más intensamente la familia. Por otro lado, ésta será la responsable del mantenimiento del tratamiento y cuidados de la diabetes.
En este primer momento, cuando el menor está ingresado en el hospital, los padres necesitan apoyo, formación en educación diabetológica y responder (en lo posible) a todas sus inquietudes. Existe una mezcla de emociones intensas: miedo, confusión, culpa, tristeza…Ayuda mucho conocer a familias que hayan pasado por la misma experiencia y sentirse acompañados.
La actitud de los padres y la integración desde la “normalidad” de la diabetes a la vida familiar se convierte en el factor determinante del bienestar del joven.
Después de unos meses de diagnóstico podremos observar si aparecen dificultades en el menor y en qué ámbitos. Algunos motivos por los que las familias demandan apoyo psicológico en sus hijos son: miedo a hipoglucemias, rechazo a la diabetes, picoteo entre horas, obsesión con los valores de glucemia, conocer a otros niños con diabetes…En el ámbito familiar se suelen establecer pautas educativas de sobreprotección, las cuales hay que revisar y redireccionar. Los efectos de la sobreprotección son múltiples y más visibles en la adolescencia. Jóvenes que no han integrado las pautas de autocuidado como un estilo de vida, sin formación suficiente para ser autónomos y familias sobrepasados de estrés y de preocupaciones. ¿Cómo puedo saber si estoy sobreprotegiendo a mi hijo? Puedes responder con sinceridad a estas preguntas: ¿Qué tareas de autocuidado ejerce sólo?, ¿qué tareas se las hago yo por prisa o por nervios?
Los adultos con diabetes tipo 1 suelen acudir a consulta por múltiples motivos, relacionados o no con su enfermedad, pero todos comparten índices de ansiedad y de preocupación elevados. Es muy importante incorporar herramientas de gestión emocional y entrenamiento en relajación. La gestión emocional no es más que preguntarnos cómo estamos, cómo me siento y saber colocar esas sensaciones y abrirme a obtener respuestas claras. La prisa que en general nos invade en el día a día nos impide conectarnos con lo más esencial de nuestra vida que somos nosotros mismos. A veces no nos escuchamos ni nos dedicamos el tiempo necesario. Sin embargo luego, nos alarmamos cuando comemos en exceso, lloramos sin explicación o nos cuesta disfrutar de la vida. Como enfermedad crónica la diabetes nos acompaña a lo largo de nuestra vida, habrá momentos en que los caminos serán en paralelo y armonía, otros se entrecruzan con muchos obstáculos. También es muy beneficioso para las personas con diabetes conocer en las asociaciones a otras personas diagnosticadas de diabetes. Se establece una comprensión y empatía instantánea y suelen establecerse vínculos fuertes. Algunas preguntas que me puedo hacer para reflexionar si tengo diabetes podrían ser: ¿en qué medida condiciona la diabetes mi vida?, ¿Qué me aporta y/o que me quita?,¿me siento constantemente enfadada/triste/nerviosa con mi diabetes?
SUSANA MARTÍNEZ GARCÍA. PSICÓLOGA ADIGRAN